Яoma Corpórea

“Cómo construir una relación saludable con mi cuerpo” Revista OhLalá

En una sociedad que nos dice cómo deberían ser nuestros cuerpos, tener una relación sana con nosotras mismas es algo difícil de lograr pero no imposible.

por Karina Korn

Flacas pero con curvas, tonificadas pero no musculosas, jóvenes, sin arrugas o celulitis, altas, estilizadas, con dientes blancos y bien ordenados; y la lista no termina. Los requerimientos para ser considerada bella son muchos y —digámoslo— imposibles de alcanzar para la mayoría de nosotras. Si bien en los últimos años empezamos a cuestionar con más fuerza estos modelos, están tan arraigados dentro nuestro que aún nos duele sentir que nos quedamos afuera. Para conocer cómo impactan estos ideales de belleza en nuestra salud, consultamos con Romina Tiberi, psicóloga especialista en imagen corporal y trastornos de la conducta alimentaria.

 

Mandatos de belleza

Muchas veces una parte de nuestro físico no nos gusta al punto en que la forma en que la vemos está totalmente distorsionada. Según Tiberi, hay muchas razones por las que se producen estos complejos corporales. En parte, esa visión negativa se da por nuestras propias fantasías o por alguna herida del pasado que no sanó. Por otro lado, la sociedad también juega un papel importante en la forma en que nos valoramos. Todos nacemos en una cultura que tiene reglas y normas sobre cómo nuestros cuerpos deberían ser. “Si yo me veo identificada con esa sociedad voy a querer ser parte, entonces si la reglas es ‘tenés que ser flaco’ es probable que yo dé todo de mí para encajar”, nos cuenta Tiberi.

Si bien los mandatos de belleza afectan tanto a hombres como mujeres, no los vivimos de la misma forma. Según Romina, “Los varones también lo sufren, se les pide que sean musculosos porque eso nos remite a tiempos ancestrales en los que cuanto más grandes eran, más seguridad le daban a la tribu”. La licenciada también hace hincapié en que el proceso para cumplir este ideal implica levantar pesas, hacer actividad que libera serotonina (hormonas relacionada con la sensación de placer) y consumir más calorías.

Por otra parte, a las feminidades se nos exige un ideal que es contradictorio: tenemos que ser lo más delgadas posible pero al mismo tiempo tenemos que tener tetas y glúteos prominentes, cosa poco probable de alcanzar sin intervención quirúrgica. “La presión viene de ambos lados, solo que para la mujer termina siendo un acto muy agresivo” concluye Tiberi.

 

¿Cómo nos afectan los ideales de belleza?

Estos modelos de belleza afectan profundamente la salud mental. Para empezar, generan sentimientos de culpa, ansiedad y mucha frustración. “En mi centro, antes de empezar terapia les preguntamos cuántas horas al día pasan pensando en su cuerpo, en la comida o en el entrenamiento para modificar su cuerpo. Todos ponen ‘el 100%” —nos cuenta Tiberi y agrega— “Hay un 80% de la población que quedó por fuera del estándar, si vos no perteneces al 20% restante, te están diciendo ‘sorry, vos no sos linda’. Ahí aparece el síndrome del impostor: ¿cómo voy a quererme a mí misma si los demás no me aceptan?

 

Cómo cortar el ciclo

La gran pregunta que queda flotando en el aire es cómo sanar la relación con nuestro cuerpo. Para Tiberi el primer paso es preguntarse si estamos dispuestos a querernos y respetarnos. A simple vista parece algo sencillo, ¿quién no querría lograr esto? Sin embargo, el camino es largo y lleno de obstáculos. Para empezar, implica enfrentarse a las ideas que construimos, preguntarnos por nuestra identidad y revisar recuerdos dolorosos. Por otro lado, la licenciada nos cuenta que es más sencillo hacer dieta y matarse en el gimnasio que seguir recibiendo violencia simbólica de una sociedad gordofóbica.

Tener una relación sana con nuestro cuerpo también requiere aceptar esas partes que no nos gustan. Eso no quiere decir que de repente ames eso que odiaste toda tu vida, sino que no te juzgues ni lastimes por ser como sos. Sobre todo, es entender que tu aspecto físico no determina si podés usar bikini, tener relaciones u hacer eso que te hace feliz. Sanar es dejar de vernos como cuerpos defectuosos y tratarnos desde la amorosidad, compasión y cuidado.

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